Argentina más allá del Malbec

Con una gran heterogeneidad no solo en altitud, latitud y terruños, la Argentina cada vez pisa más fuerte con sus vinos elaborados a partir de uvas que van más allá de la cepa que le dio fama internacional

A lo largo de los 3.800 kilómetros de extensión de norte a sur, la Argentina cuenta con unas 198.220 hectáreas de viñedos cultivados (según cifras de Wines of Argentina del 2019) que dan vida al gran abanico de vinos del país. Blancos, rosados, naranjos, dulces, tintos y espumantes de grandes y emblemáticas bodegas, pasando por pequeños productores a vinos de autor. Sin lugar a dudas, la uva Malbec encontró en el país del tango y el asado su lugar en el mundo que lo catapultó hacia todas las esquinas del globo terráqueo, pero actualmente la Argentina es mucho más que Malbec.

«La Malbec es una variedad ícono que se adaptó muy bien al clima de la Argentina y es muy aceptada por el público en general. Pero afortunadamente, la Bonarda para nosotros fue una gran sorpresa en nuestra zona, que nos permite elaborar grandes vinos con un gran potencial por delante» afirma orgulloso Javier Collovati, enólogo de Bodega Valle de la Puerta, situada en Chilecito, La Rioja, en donde la Bonarda ocupa el puesto número de tres en cantidad de hectáreas plantadas tras los gigantes de Mendoza y San Juan.

Viñedos de la Bodega Valle de la Puerta

Corbeau Wines es un caso épico. Ubicada en el este de Mendoza, cuenta con 323 has. distribuidas de las cuales 120 has son de Ancellotta, lo que representa el viñedo más grande del país con esta variedad. La historia de la bodega con la Ancellotta comienza cuando en 2007 fue descubierta mezclada en un viñedo con Malbec y al final de la vendimia se dieron cuenta que el vino de ese cuartel «tenía algo raro». Así que a la primavera siguiente revisaron minuciosamente ese cuartel y encontraron plantas que no reconocieron.

«La Ancellotta tiene una ampelografía muy particular, pero no teníamos ni idea así que nos pusimos a buscar. A través de algunas investigaciones y junto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) averiguamos que era Ancellotta. Para ese entonces era la primera vez que escuchábamos hablar de esa variedad» cuenta Francisco Rodríguez, brand manager de la bodega quien agrega que en 2008 la fermentaron sola y les encantó que dio vida a un vino con un montón de estructura y con un color impresionante. «Lo que más nos sedujo de la Ancellotta es que tiene potencial tanto para la guarda como para vinos frescos, tanto para varietales como para hacer blends», añade.

De hecho actualmente la variedad se encuentra como varietal y dentro de un blend (junto con Malbec y Syrah) en la línea joven de la bodega y también como coprotagonista del vino ícono, el Mad Bird Supremo (con 46% de Malbec, 22% de Ancellotta, 15% de Merlot, 8% de Cabernet Sauvignon, 5%de Sangiovese y 4% de Syrah). Claramente la bodega hace una gran apuesta a la diversidad «porque queremos mostrar que Argentina no es sólo Malbec, sino que hay una amplísima variedad de vinos super interesantes por descubrir. Esto tiene que traducirse en reconocimiento a nivel mundial como Argentina, productora de grandes vinos y no como Argentina sinónimo Malbec» explica el brand manager de la bodega, quien agrega que buscan sumar simpleza y frescura a la industria con varietales nuevos (como su estrella, el Ancellotta) y perfiles de vinos poco comunes, así como también novedosas etiquetas y formas de comunicar cada producto.

De hecho, las etiquetas de la línea Pixels cuentan con realidad virtual para que la experiencia del producto sea mucho más real y novedosa. «Creemos que el gran desafío de la industria es seducir a los más jóvenes, que quieran entrar a este mundo y consumir vino. Hoy no es una bebida tan aceptada por estas generaciones, principalmente por el idioma que habla el vino… Necesitamos hablar el mismo idioma que estas generaciones para que nos entiendan. ¡Pero ojo! El idioma de estas generaciones es muy simple, algo que a la industria, que fue tan esnobista en los últimos años, le cuesta hacer» remata Rodríguez.

Bodega Corbeau Wines

Desde el Valle de Tulum, San Juan, la Bodega Díaz R también hace foco en la diversidad -ya que según afirma su alma máter, Eduardo Díaz,- «forma parte de nuestra manera de ver la vida y, por lo tanto, nuestros productos tienen esa impronta, sin embargo existe un consumidor en el mercado local que está un poco sesgado en algunas variedades, en particular con el Malbec. Eso hace que tengamos que especular un poco con las proporciones de los vinos y pensar siempre en que el Malbec tiene que estar pero al mismo tiempo hay que intentar convencer a los consumidores para que prueben algunas otras alternativas». En ese sentido, la bodega se luce con su Cabernet Franc, Bonarda y, entre los blancos, con el Viognier.

«Para nosotros el Torrontés es nuestra cepa insignia. Considerada como de las pocas que tiene ADN 100% argentino y entendiendo que ha encontrado su mayor expresión en el Valle Calchaquí» comienza orgullosa Pía Argimón, brand manager de bodega Las Arcas de Tolombón, ubicada en Colalao del Valle, provincia de Tucumán. Esta pequeña bodega familiar produce un poco más de 120.000 botellas anuales, de las cuales casi el 30% es Torrontés. Hay Torrontés seco, dulce y hasta rosado (con un pequeño aporte de Malbec), aunque también brillan con su Tannat o Cabernet Sauvignon, cepajes que se expresan de manera única en el corazón del Valle Calchaquí, a unos 2000 metros más cerca del sol. «Abrir una botella de vino es abrir una puerta a un paisaje y esa es nuestra misión: darle a la gente vinos que no tienen más pretensión que mostrar el terruño, ser embajadores de los vinos de altura. Argentina es muy conocida en el mundo por su hermoso Malbec mendocino, pero estamos convencidos que el Cabernet Franc se ha instalado entre los preferidos de los paladares argentinos y extranjeros y el Tannat -que sólo se asociaba a Uruguay-  actualmente cada día está ganando más adeptos» agrega Argimón.

Viñedos de bodegas Las Arcas

Para Pablo Navarrete, enólogo y director de bodega Vinos de la Luzel Malbec es el varietal que toda bodega argentina quiere elaborar, sobre todo, en el Valle de Uco, donde para él encontró su lugar en el mundo, de hecho allí nace su vino ícono Iluminados de la Luz, un Malbec nacido de un viñedo ubicado en Paraje Altamira, un terroir único e inigualable. Pero la bodega también tiene un gran portfolio de variedades como Cabernet Franc, Petit Verdot, Ancellotta y Sangiovese. «Estas dos últimas variedades son todo un desafío para producir y elaborar, dado que contamos con bodega en Italia, de donde estos varietales son originarios. Por eso nuestra visión es potenciar la diversidad e identidad, respetando las características del lugar de donde provienen las uvas, lo que nos permite que estos dos varietales sean distintos  y eso es lo que más les interesa a los consumidores» agrega el joven enólogo.

Claro que en el mercado externo la Argentina es sinónimo indiscutido de Malbec aunque «poco a poco se van logrando introducir algunos nuevos productos, pero no es fácil -enfatiza el brand manager de Corbeau Wines- y agrega que: «Vemos mucho interés de algunos mercados en llevar productos innovadores de nuestra bodega como los blends con Ancellotta, pero la velocidad de crecimiento no es igual a los varietales Malbec».

Despacito, suave, suavecito en la Argentina y en el mundo, cada vez más brillarán otras variedades más allá del Malbec.


Nota originalmente redactada para Vinetur.

por Mariana Gil Juncal.
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