Después de varios intentos que la dejaron en el podio, Valeria Gamper este año se entregó tranquilamente a disfrutar más: ¡y ganó el concurso!
Desde muy joven supo que su destino estaba ligado al mundo de la gastronomía cuando hizo algunas prácticas hoteleras y ella feliz trabajó como camarera cuando “todos esquivaban ese puesto”. Pasó por el área de banquetes del Hotel Four Seasons y quedó fija en el viejo restaurante del hotel, Le Mistral. Ahí el vino llegó a su vida. Ahí supo que quería ser sommelier.
Las épocas de servicio las recuerda con mucho disfrute y aprendizaje: “Creo que todo sommelier tiene que tener una experiencia en servicio para poder entender la cuna de la sommellerie. Inclusive si te querés dedicar a la parte comercial está bueno pasar por el servicio porque te das cuenta por qué un vino tiene o no que estar en la carta. Creo que es fundamental. Lo que no extraño son los horarios por mi vida actual”.
Cuando Valeria habla de su vida actual, habla de su maternidad, que la transformó no solo a ella, a su familia, sino a todas sus prioridades. De hecho, hasta hace un mes atrás era la brand ambassador en Viña Cobos pero requería mucha disponibilidad para viajar, que ahora ya no tenía. “Fue una decisión muy difícil, pero hoy mi hija es mi prioridad”. Así que ahora quiere encontrar algo más tranquilo, con base en Buenos Aires, para sumar a la docencia que ejerce en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas (CAVE), en las mismas aulas que la formaron como sommelier hace casi unos diez años atrás.
Perseverante hasta la médula en 2017 Valeria obtuvo el segundo puesto en el Concurso Mejor Sommelier de Argentina, que la catapultó a competir en 2018 en el Concurso Mejor Sommelier de las Américas en Montreal, Canadá, donde obtuvo el 4to puesto. ¿Por qué nuevamente el concurso? Sin vacilar responde: por la preparación y la actualización. “En Argentina no hay muchos cursos internacionales y ya había hecho lo que estaba disponible. Tenía ganas de seguir. Así encontré en el concurso una forma de actualizarme y medirme constantemente”.
Para no “robarle tiempo a Nerea” (su hija de tres años y medio) cada día se levantaba a estudiar a las 5 de la mañana, ya que a las 8 la lleva siempre al jardín. Como las madres que trabajan, buscaba huecos para hacer todo lo que tenía que hacer y, además, estudiar. Después si encontraba un ratito a la tarde volvía a a los libros, pero muchas veces se complicaba porque “una nena chiquita quiere jugar, quiere upa y hay que estar a la par de ella”. Si a la noche le quedaba un resto, usaba aplicaciones en el celular para estudiar con podcast o videos. Y a las 5 am del otro día, nuevamente el despertador.
Super humilde confiesa que no todo es mérito personal, sino que hay siempre una dosis de suerte. “En un examen todos pueden aprobar con 10, pero en el concurso si todos sacamos 10 siempre hay alguno que saca un punto más y esa es la diferencia para ganar”.
Dicen que la tercera es la vencida, pero para Valeria fue la cuarta vez que se presentó al concurso. “Aunque no lo creas estuve más tranquila que nunca. Dije: ¡hasta acá llegué! Si no puedo más, no me exijo más. Y va a estar bien. Soy muy exigente y las veces anteriores me exigí un poco más”. No sabe si fue el relax, la perseverancia o todo junto, pero está vez celebró su merecido galardón. ¿Cómo festejó? Salió a buscar a Nerea que ya reclamara por ella hace horas. Brindó con agua y con su hija. La celebración ideal para esta mamá full time y ahora mejor sommelier de la Argentina.
Nota originalmente redactada para Sos Mujer.
por Mariana Gil Juncal.
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