MUJER CON ALMA DE OLIVA

Viviana Bertero es una mujer todo terreno. Madre de tres hijos, ingeniera industrial, mendocina, esposa y emprendedora. Tiene mucha, pero mucha garra y, sobre todo, alma de oliva. 

Todo comenzó hace unos quince años atrás aproximadamente. Ya que definir la fecha del inicio de los sueños muchas veces es un tanto complejo ya que las ideas comienzan a entrelazarse hasta que se logran materializar. Y así los sueños se convierten en proyectos reales y tangibles. 

La familia de Viviana tenía en Coquimbito, Maipú (a 10 km. de la ciudad de Mendoza),  una finca de unas 10 hectáreas implantada con vides de baja calidad enológica y con muy poca producción. El mercado ya hablaba de la revolución vitivinícola y todo indicaba que era conveniente reconvertir el viñedo a uvas de alta calidad. Su padre estaba prácticamente decidido a sacar los añejos parrales e implantar nuevas variedades de vid. Pero, siempre hay un pero en una historia. Ese pequeño giro que hace que cual efecto mariposa todo pueda cambiar. En ese entonces Viviana ya estaba casada con Sergio, quien trabajaba en el sector del aceite de oliva. Y ahí surgió la posibilidad de evaluar la reconversión del proyecto familiar de vitivinícola a olivícola. Con el consenso familiar se decidió erradicar la vid y plantar olivos. 

Unos años después Viviana decidió abandonar su trabajo en relación de dependencia de once años de antigüedad en Bodegas de Argentina para materializar ese sueño familiar: Almaoliva. Así la chica del vino se convertiría, con los años, en la mujer de la oliva. 

La segunda generación: Carolina & Delfina.

Como toda ingeniera Viviana es metódica, ordenada, directa y muy exigente con cada uno de sus productos, ya que siempre busca la excelencia. Al mismo tiempo es tan apasionada en todo lo que hace que una puede estar horas escuchándola hablar del mundo del aceite de oliva. No se cansa de enumerar los logros de la familia empresaria, ya que sus productos han ganado muchísimos premios en todo el mundo. El más reciente lo recibieron el año pasado cuando se alzaron con el galardón al mejor aceite de oliva en la prestigiosa feria Caminos y Sabores que cada año se realiza en La Rural de Palermo. Se llena de orgullo al confesar que Almaolivatuvo la primera plantación en la región de la variedad de aceituna Coratina, originaria de la Puglia italiana, “que da uno de los aceites con más potencia y personalidad del mercado”. Y sonríe al remarcar que son casi los únicos que pueden garantizar la calidad y trazabilidad de cada uno de sus productos ya que ellos realizan todo el proceso productivo desde el inicio al fin. Ya que, en general, muchos emprendimientos no tienen la maquinaria necesaria para realizar el aceite y deben tercerizar procesos. Pero Viviana no se cansa de subrayar que “todos sus productos son elaborados con olivas cosechadas a mano en el momento óptimo de maduración y elaborados el mismo día, con un método moderno de extracción por centrifugación con temperatura controlada para que las cualidades del fruto sean expresadas en su máxima potencialidad”. 

Toda su aparente rigidez se desploma cuando viaja a los orígenes de la finca en la que hoy ese sueño familiar se hizo realidad. “La finca tiene mucho componente afectivo para la familia, ya que fue una propiedad que mi papá compró cuando yo estaba por nacer. Ahí hay una casona de principios de siglo pasado, en la que pasé todas las vacaciones de mi infancia. Nos instalábamos desde el día siguiente que terminaban las clases hasta el día anterior a que comenzaran nuevamente”. 

Micro pyme, así Viviana define a Almaoliva, ya que es una empresa más pequeña que una pyme, en donde ella desempeña varios roles: formalmente se podría decir que es la gerente general pero a su vez es la encargada de varias tareas como la administración, gestión de proveedores y clientes y, además, lleva adelante el comercio exterior. Su coequiper y marido, Sergio es el responsable de todo el proceso productivo del aceite de oliva. 

Como toda empresa familiar muchas veces le resulta complejo separar la empresa de la familia o la familia de la empresa. Además, actualmente, la segunda generación está dentro de Almaoliva, ya que Mariano, el mayor de los tres hijos e ingeniero industrial se sumó al proyecto para agregar “una visión más descontracturada y moderna con una optimización de recursos con mucho hincapié en los controles y en la sistematización de los procesos”. Pero aclara, “el know how del negocio es algo que irá adquiriendo con el tiempo”. 

Esta mujer orquesta apasionada por la cocina y los viajes, se enorgullece al recordar que su padre cuando el proyecto comenzó creía que era muy a largo plazo y seguramente no lo vería dar sus frutos. Pero ella, con visos de emoción entre sus ojos celeste, susurra que él pudo ver los frutos de los olivos en plena producción y el crecimiento de la empresa familiar. Su padre que falleció hace pocos meses pudo ver el camino del sueño al proyecto y también pudo ver la transmutación de la chica del vino a la mujer de la oliva. 

Nota originalmente redactada para Sos Mujer .

por Mariana Gil Juncal.
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