Vinos australes, vinos del fin del mundo

Los límites tradicionales del mapa del vino en el hemisferio sur, cada vez se extienden con más velocidad y siempre hacia el sur. Mientras el clima mundial aumenta sus temperaturas, quizá para hacer buenos vinos una nueva alternativa sea irse bien al sur.

Hasta hace algunos años atrás el viñedo más austral se encontraba en Central Otago, Nueva Zelanda, en la isla sur del archipiélago en el corazón del Pacífico, justo en el paralelo 45º25S. Un tiempo después, Casa Silva montó en Chile una viña a orillas del Lago Ranco (40ºS) y a principios de esta temporada Montes Wines comenzó a plantar uvas en el archipiélago al este de Chiloé (42ºS).

Un poco más al sur, en la Patagonia Argentina, más precisamente en el paralelo 43ºS, en la provincia de Chubut, se encuentra el Valle de Trevelin, que en agosto de 2020 se convirtió en la nueva indicación geográfica (IG) del vino argentino. Actualmente el valle cuenta con 12 hectáreas de viñedos plantados que pertenecen a tres bodegas: Contra Corriente, Viñas de Nant y Fall y Casa Yagüe.

Sofia Elena Poblet, enóloga de Contra Corriente, explica que «el terroir extremo es lo que hace que los vinos que elabora sean de sabores intensos, frescos y diferentes de otros vinos de la Argentina». La viña de la bodega tiene influencia marítima debido a los vientos del océano Pacífico que siguen los ríos Yelcho y el Futaleufú río arriba a través de Chile, pasando finalmente por una estrecha brecha en los Andes. ¿Los suelos? Están compuestos por depósitos glaciales y fluviales con presencia de ceniza volcánica y para Poblet es «algo único que suma a la complejidad de los vinos».

Foto: Bodega Contra Corriente

En un lugar tan extremo, el desafío más importante que tienen que sobrellevar para dar vida a los vinos es el clima, ya que la amplitud térmica puede llegar a alcanzar los 30°C en un mismo día. Además, en el extremo sur del mundo llegan heladas durante el ciclo vegetativo de la vid y los vientos pueden llegar a 50 nudos, por lo que, como explica Poblet, «se requiere que los brotes estén bien puestos y atados». Y más que un desafío, las plagas son un verdadero problema: «Tenemos que proteger el viñedo con cercas eléctricas para mantener alejadas a las liebres y también colocamos redes anti pájaro durante la maduración de la uva para mantener alejadas a las aves», agrega la enóloga.

Una vez que las uvas llegan victoriosas a la bodega, nacen vinos que según su creadora expresan en nariz aromas frescos, finura y sutilidad y, en boca, tienen gran intensidad y muy buena tensión. Dentro del porfolio de productos que elaboran recomienda descubrir el Chardonnay en compañía de pescados grasos, carnes blancas o frutos de mar cocidos. Los que descorchen el Gewürztraminer pueden servirlo en el momento del aperitivo o disfrutarlo junto a ensaladas agridulces o por qué no junto a un curry de langostino. Y la estrella de los tintos, el Pinot Noir, puede ser bebido solo o acompañado de quesos, pastas con salsa contundente y aves de caza.

Un poco más al sur, se encuentra Casa Yagüe, una de las bodegas impulsora de la creación de la IG Trevelin. Marcelo Yagüe, su dueño, recuerda que en 2014 «plantamos por primera vez la vid. Sabíamos que estábamos en un lugar sin historia vitivinícola y super extremo. Estamos en una zona con una latitud de 43.10ºS, estamos por debajo de todo. Por eso nuestro terruño está caracterizado por una amplísima amplitud térmica, realmente es extraordinaria, ya que en verano podemos tener a la noche temperaturas de -3ºC y durante el día tener temperaturas que superan los 30ºC», ejemplifica. Pero claro, que en zonas tan extremas uno de los enemigos más temibles son las heladas. «Para proteger la viña de las heladas contamos con sistemas de irrigación, aspersores sobre toda la viña, así cuando la temperatura se acerca a 0ºC se activan los aspersores que empiezan a regar toda la superficie del viñedo. Y cuando la temperatura llega a -2ºC se comienza a congelar todo el viñedo, que queda congelado como un freezer, y gracias a eso la temperaturas de las hojas, de las bayas y de la fruta se mantiene a 0ºC, lo cual evita la rotura celular vegetal. Después cuando la temperatura vuelve arriba de 0ºC se empieza a descongelar y tenemos salvado todo el viñedo», detalla orgulloso de elaborar vinos en su terruño, su propia casa, a sabiendas que era un lugar que no sería el más simple para plantar uvas y hacer vinos de altísima calidad.

Foto: Bodega Casa Yagüe

Algo que Yagüe quiere subrayar del concepto de terruño patagónico extremo es el capital humano que se encarga del cuidado de la viña. «Es muy importante trabajar la tierra sin productos químicos, tratando de que todo sea natural. Por eso, usamos nuestros animales para que se alimenten entre las viñas, así tenemos un equilibrio que nos da armonía y longevidad». Y refuerza el concepto aclarando que «el factor humano es fundamental para que la viña produzca algo auténtico y honesto que refleje lo que es este lugar».

Si tenemos que elegir una característica de los vinos del valle de Trevelin, el mayor denominador común es la elevada acidez natural. Pero Yagüe aclara que «si bien los vinos tienen alguna particularidad que los asemeja por la latitud son muy diferentes en cuanto a los suelos. La Patagonia extrema es muy diversa, hay algunos viñedos que son más arcillosos, otros que están sobre lechos de ríos, en las riberas, etc». Lo que tendrán en común además de la acidez es un volumen de alcohol más reducido -que va a estar entre los 11º/11,5º-, una tremenda aromaticidad y una gran expresión.

Aunque Sauvignon Blanc «está totalmente fuera de la tipicidad de la variedad, no tenemos notas de espárragos, ni arvejas; es muy diferente a los neozelandeses o los chilenos», explica. Y agrega que hace un par de años empezaron a trabajar con barricas en el Chardonnay y este año las implementaron en el Sauvignon Blanc con algunos cortes de Semillón, como en Burdeos. «Son barricas francesas que no están tostadas con fuego, sino con piedras volcánicas que dan un efecto totalmente diferente. No hay vainillas, ni cacaos, ni nada mantecoso, ni láctico, sino que buscamos lograr más cuerpo y volumen en boca y resaltar totalmente la fruta».

Y adelanta que con estas características del lugar, todas las bodegas de la zona están trabajando en la elaboración de espumantes sobre lías y la idea es que después de 36 meses salgan al mercado «ya que seguro van a dar mucho que hablar».

Foto: Bodegas Otronia

Mucho más al sur, en el paralelo 45º con condiciones más adversas y extremas, se encuentra Otronia, más precisamente en la localidad de Sarmiento, provincia de Chubut. Juan Pablo Murgia, el enólogo, define su terruño como «el viñedo más austral del mundo donde las temperaturas son extremadamente frías y los vientos alcanzan los 100 Km/h. Un lugar donde el ciclo vegetativo es corto pero los días son más extensos. Lo que genera una extensión de la actividad fotosintética y la carga de azúcares se recupera mucho a pesar de que la brotación es un poco más tardía que en Mendoza en general (15-20 días más tarde). El resultado final son alcoholes potenciales muy normales pero que mantienen una acidez natural alta. La combinación azúcar-acidez alta es como el escenario perfecto para todo enólogo, ya que el balance ácido/dulce de alcohol queda muy bien».

Tan al sur, uno de los desafío más grandes es controlar el impacto de los vientos, por eso «instalaron redes entre hileras y grandes estructuras de redes entre cuarteles, lo que logra frenar la velocidad -cuenta Murgia-. Desde el inicio del proyecto se plantaron álamos en toda la propiedad para lograr cortinas de protección, las cuales son muy eficientes a partir del décimo año de edad». Pero claro, que los vientos también «ayudan a la sanidad de los viñedos y a la producción orgánica». Sobre todo, Murgia cuenta que la viña la trabajan respetando la biodiversidad, tanto con la flora como la fauna: «dejamos todas las pasturas naturales a una altura intermedia y hacemos mucho trabajo mecánico y orgánico, no usamos nada de pesticidas, pero más allá del certificado y del concepto, es básicamente un trabajo natural».

Un trabajo natural que dará vida a vinos con un sello auténtico del fin del mundo.

Nota originalmente redactada para Vinetur.

por Mariana Gil Juncal.
Ver Link Original


Últimas notas

Próximos Eventos

Mis Redes

Compartí la nota en tus redes

WhatsApp
Twitter
Facebook
Telegram
LinkedIn