Tras el primer Simposio de Viticultura Regenerativa que se llevó a cabo en Vilafranca del Penedés muchos de los principios que básicos de la viticultura tradicional quedaron en jaque: hoy en día ya no alcanza con cuidar los suelos, sino que hay que poner manos a la obra para trabajar a largo plazo en una viticultura que no solo conserve los suelos sino que además los regenere.
Desde hace décadas que uno escucha una y otra vez que la vid es una planta tan noble que no necesita suelos fértiles para vivir, que cuanto más pobre es el suelo mejores vinos dará. Pero claro, entre esa afirmación y la actualidad ha pasado no sólo mucha agua debajo del puente sino que el cambio climático dejó de ser una lejana amenaza para ser parte del día a día en la vida de todo el mundo. Entonces ¿de qué hablamos cuando hablamos de viticultura regenerativa? Básicamente hablamos de un modelo vitícola centrado en no solo mantener los suelos sino en recuperar la vida de ellos ya que de esta forma se potenciará la capacidad de captación de CO2 atmosférico, una de las más grandes esperanzas para combatir no solo el aumento constante de temperaturas, sino también otro fenómenos adversos como heladas primaverales, sequías, lluvias torrenciales o granizadas. ¿Qué beneficios traerá la aplicación de este cambio de paradigma? Principalmente la conservación de nuestra tierra para las generaciones futuras, pero además, si lo pensamos de forma exclusiva en materia de vitícola, estos cambios climáticos afectan de forma directa a la calidad del vino ya que el calendario del ciclo de la vid se ve afectado como consecuencia de, por ejemplo, el adelantamiento de vendimias o directamente de vendimias enteras perdidas.
Ahora bien ¿cómo se aplica la viticultura regenerativa? Con labores que promuevan el aumento de la biodiversidad y de la materia orgánica de forma natural para, por un lado, capturar el CO2 acumulado en la troposfera y, luego, fijarlo en el suelo, para de esta forma contribuir a frenar el calentamiento global. Ya que según los expertos que expusieron en el primer Simposio de Viticultura Regenerativa los suelos regenerados pueden adaptarse mejor a los vaivenes del cambio climático. En palabras de Pilar Andrés, doctora en ciencias por la Universidad Autónoma de Barcelona e investigadora del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) «se necesita riqueza en el suelo para tener variables, para que haya grupos distintos de bacterias o microbios capaces de sobrevivir en condiciones diferentes por la situación de emergencia de cambio climático que se está viviendo en el mundo entero ya que a futuro las situaciones del suelo serán totalmente distintas». Por eso, para la experta sería una especie de ruleta rusa solamente gestionar el suelo para las condiciones actuales climáticas.
Ponentes del 1er Simposio de Viticultura Regenerativa
Entonces, para imaginar una viticultura a futuro hoy es necesario desaprender lo aprendido en universidades y en el conocimiento empírico pasado de generación en generación ya que en el pasado absolutamente nadie tenía en cuenta el ciclo del carbono. Porque hasta ese momento no era necesario.
¿Quién hubiera pensado que se debería contar con una flota de ovejas y hasta con un pastor amigo para elaborar vinos? Con el nuevo paradigma el foco está puesto en el causa y efecto de cada práctica. Y en pensar y medir cada una de las acciones que se llevan a cabo. Esto que estoy haciendo en el suelo ¿emite o secuestra carbono? Y para secuestrar carbono al suelo, en lugar de emitirlo, el secreto es trabajar día a día en la mineralización, que es la base de la fertilidad química. Por eso, todo dependerá de qué grupo microbiano o bacteriano haya en la tierra para que la planta pueda volver a tomarlos del suelo. Por eso según los expertos tanto las ovejas como las cubiertas vegetales son imprescindibles para ayudar el ciclo mineral.
«Las cubiertas vegetales fijan el nitrógeno del aire totalmente gratis» afirma Francesc Font, agricultor, ingeniero técnico agrícola y socio fundador de Agroassessor Consultors Tècnics, y agrega: » una buena gestión de cubierta se parece mucho a una regada, porque al agua le cuesta más irse. Además, genera un buen clima para la microbiología, mantiene la temperatura del suelo en verano casi 10ºC menos comparado con suelos de viticulturas convencionales y también se minimiza la pérdida de suelo por erosión». Algo fundamental ya que según Font se pierden 20 toneladas de suelo por hectárea por año, es decir, cada 5 años se pierde 1 cm de suelo, lo que tarda 40 años en formarse.
Pero claro que la perfección no existe y este tipo de viticultura también puede implicar ciertos riesgos ya que es fundamental trabajar a la perfección la gestión de los tiempos, de las cubiertas y de las competencias. La actualidad es un momento de total aprendizaje, de prueba y error por eso los expertos no aconsejan aplicar ahora este tipo de viticultura en viñedos muy jóvenes o recién plantados.
Así y todo, para imaginar una viticultura a futuro el momento del cambio es hoy, no solo para dejar de degenerar el suelo, sino para empezar a entenderlo y sobre todo a regenerarlo de una forma más resiliente al cambio climático.
Nota originalmente redactada para Vinetur.
por Mariana Gil Juncal.
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