Luigi Moio, Presidente de la OIV: “es necesario comunicar y educar al consumidor”

Conversamos con Luigi Moio, Presidente General de la Organización Internacional del Vino y la Viña (OIV) sobre los nuevos retos a los que se enfrenta el sector vitivinícola.

El actual Presidente de la Organización Internacional del Vino y la Viña (OIV), Luigi Moio, respondió para Vinetur a esta entrevista previa al Congreso Mundial que se celebrará del 31 de octubre al 4 de noviembre en Ensenada, Baja California, México.

¿Cuáles son actualmente los principales desafíos que tiene como presidente de la OIV?

La OIV ha cambiado mucho en los últimos años, en particular con la transformación de la oficina en una organización internacional; el objetivo principal será reforzar aún más el papel de referencia científica de la organización en el mundo, con el fin de armonizar el sector vitivinícola. La OIV es una organización científica y es una realidad que se mueve en un escenario mundial también para promover el vino, testigo y embajador del territorio, paradigma de la diversidad que a su vez es la antinorma por definición. Y en una fase en la que el riesgo generalizado es la aprobación, es necesario comunicar y educar al consumidor y proteger el cumplimiento de las normas y reglamentos.

Otro objetivo es facilitar la comparación entre expertos con diferentes habilidades y conocimientos, a través de una comparación multidisciplinaria, que debe estimular y sensibilizar al diálogo sobre el desarrollo sostenible, el cambio climático, las estrategias enológicas con bajo impacto ambiental. No hay que olvidar que la concienciación de los consumidores sobre la exigencia de transparencia, seguridad sanitaria y respeto al medio ambiente es cada vez mayor y mucho más elevada que en el pasado. Antes el centro del debate eran las prácticas enológicas, hoy la comparación es más amplia y multidisciplinar y el cambio climático abre un nuevo escenario.

¿Cuáles cree que son los puntos fundamentales que la industria tiene que trabajar para garantizar el desarrollo del vino en los próximos años?

El tema ya forma parte del plan estratégico 2020-2024, pero iniciamos el camino en 2004 con la primera resolución sobre viticultura sostenible. En concreto, el grupo de expertos ENVIRO (Desarrollo sostenible y cambio climático) ya está operativo y lo aborda de forma interdisciplinar (con expertos en clima, suelo, viticultura, enología, fitopatología, etc.) y que ahora pasará a llamarse SUSTAIN. La última resolución aprobada (OIV-VITI 640-2020) sobre los criterios y metodologías para evaluar la huella medioambiental global de la producción de vino, es un primer resultado del trabajo de este grupo, que proporciona a todos los estados miembros herramientas para analizar e intervenir en su propia realidad. Hoy en día, si no involucramos a expertos con diferentes competencias en una confrontación total, no saldremos de ella. Es el futuro, pero los tiempos de transición son largos, por lo que hay que tener las ideas muy claras y confrontarse constantemente para no cometer errores que puedan alargar aún más el tiempo necesario para realizar un cambio radical.

¿Qué considera necesario para hacer frente al cambio climático?

El cambio climático exige una toma de conciencia y llama a todos a invertir en el uso racional del agua. Ya se está hablando de trasladar las viñas a mayor altura o a otras latitudes, pero sobre todo es necesario un fuerte compromiso en la investigación, la producción y toda la cadena de suministro para seguir produciendo bien en las zonas históricas, dando continuidad a lo que se ha hecho durante milenios. Centrarse en un solo lugar me parece una locura, antes hay que hacer mucho más. Por ejemplo, hay que redescubrir las variedades autóctonas que mejor resisten el calor y la sequía, luego hay que trabajar en los sistemas de cultivo, centrándose, por ejemplo, en los menos extensivos. Volvamos a la selección clonal, un área en la que nos detuvimos durante décadas y que en su momento se estudió principalmente para identificar uvas capaces de concentrar mejor los azúcares, todo lo contrario de lo que necesitamos ahora. Del mismo modo, es necesario retomar la investigación sobre los portainjertos, dando la posibilidad de seleccionar los más resistentes a la sequía.

“Centrarse en un solo lugar me parece una locura”

Es un camino largo, es cierto, pero es el único que permite mantener una mayor estabilidad sensorial de los modelos de vino, sobre todo de los de denominación de origen controlada, que a lo largo de los años han sido cada vez más apreciados y reconocidos por los consumidores. Los vinos de las gamas históricas más prestigiosas deben seguir siendo de la máxima calidad, respetando sus modelos sensoriales, a pesar del cambio climático. Esto puede y debe hacerse aunque, obviamente, la expansión de la vid en otras regiones del mundo continuará. Por otra parte, el vino se ha establecido ya como un fenómeno cultural global y seguirá fascinando en todas las latitudes.

¿Qué cree que es necesario hacer para elaborar vino de una forma más sostenible en el mundo entero?

El escenario actual, debido a los evidentes cambios climáticos, corre el riesgo de debilitar la diversidad sensorial de los vinos y su estrecha relación con el concepto de «terroir», además de influir negativamente en su longevidad y conservación aromática. Por lo tanto, es fundamental, en el sector vitivinícola, reconsiderar un principio agronómico primordial, tal vez algo descuidado en los últimos años: promover la perfecta adaptación entre el genotipo y el entorno, es decir, cultivar la planta que mejor se adapte al contexto climático en esta es novedosa situación. Con la perfecta armonía de una determinada variedad de uva con el entorno climático en el que crece, la posibilidad de que los racimos, una vez maduros, tengan todos los parámetros compositivos en equilibrio, es mucho mayor y el vino que se obtendrá, además de ser más «sostenible» por obtenerse sin o con un mínimo de intervenciones, será armónico en todos sus componentes y su equilibrio se deberá principalmente a la perfecta combinación de la planta, el suelo y el clima, que con las personas forman la base del concepto de terroir.

Por lo tanto, es necesario buscar las condiciones que permitan la aplicación de una enología que pueda definirse como «ligera»: es decir, una enología que requiera un mínimo de intervención humana y, por lo tanto, más actual como las cuestiones medioambientales y de salud del consumidor. Además, para lograr resultados significativos en términos de sostenibilidad medioambiental, económica y social, será necesario tener en cuenta los enfoques biológicos para la reducción de los productos químicos de síntesis, las estrategias agronómicas de precisión ecocompatibles, los programas de mejora genética destinados a aumentar la resistencia de las plantas a la presión de los agentes patógenos, los principios de los llamados suelos vivos y el etiquetado, para satisfacer la acuciante demanda de transparencia, seguridad y salubridad del vino por parte de los consumidores. Por último, cabe destacar que, ante los retos que plantea el cambio climático y la búsqueda de la sostenibilidad, las vides denominadas «autóctonas» también ofrecen nuevas oportunidades.

¿Cómo observa el mercado mundial de vinos post Covid-19?

La crisis sanitaria ha provocado una reducción cuantitativa bastante limitada del consumo y del comercio internacional a nivel mundial, por tanto de las ventas en volumen, pero una reducción significativa del valor global de la facturación. Los actores del sector vitivinícola han tenido que hacer frente a situaciones individuales muy diferentes: los que tenían su principal salida en el mercado de la restauración se han visto especialmente afectados, mientras que los más vinculados a la gran distribución han podido incluso mejorar su volumen de negocio y su beneficio.

En general, el sistema mundial de producción de vino no ha experimentado interrupciones o limitaciones significativas en su funcionamiento; las restricciones a las actividades de producción impuestas durante los cierres no afectaron (con algunas excepciones) a las empresas vitivinícolas y al sistema de distribución intermediario, sino únicamente a los segmentos de la restauración y, en determinados períodos, al comercio minorista.

Por supuesto, el mercado del vino se ha visto modificado por los acontecimientos de los últimos meses y lo sucedido en 2020 en cuanto a la estructura de los flujos desde la producción hasta el consumo no pasará desapercibido, modificando permanentemente los sistemas de distribución, los modelos relacionales y, en definitiva, las relaciones de competencia.

La adaptación a la crisis ha obligado a los operadores de la oferta a reorganizar sus estrategias de distribución y, por tanto, en parte, a nuevos modelos de negocio, mientras que la necesidad de cambiar los hábitos de oferta y consumo de vino ha hecho que los consumidores descubran oportunidades de compra y consumo alternativas. Todo ello determinará una aceleración de la dinámica evolutiva del sistema vitivinícola mundial a la que todas las partes interesadas, cada una según su competencia, deberán contribuir para identificar las acciones que deben ponerse en marcha inmediatamente para relanzar el mercado del vino, ya que la urgencia sanitaria disminuirá.

¿Qué importancia tiene la integración del vino a la cultura digital?

La transición a la digitalización es fundamental. Además de los aspectos de producción relacionados, por ejemplo, con los cálculos de previsión sobre el clima, para una viticultura cada vez más precisa, la digitalización también es importante para promover el comercio internacional del vino. Para ello, es necesario compartir una visión común del producto, sus características y especificidades para que la competencia sea lo más transparente y sana posible. Es también, entre otras cosas, una demanda legítima de los consumidores, cada vez más exigentes en cuanto a la calidad, la protección de la salud y, sobre todo, la información sobre el producto.

Del plan estratégico de la OIV (2020/2024), ¿qué puntos aún son objetivos para cumplir y cuáles considera que ya han resuelto?

Se han abordado casi todos los objetivos del Plan Estratégico de la OIV y, evidentemente, queda mucho trabajo por realizar y finalizar. Se trata de cuestiones complejas que requieren competencias interdisciplinarias y plazos bastante largos. Además de todo lo que ya está incluido en el plan estratégico, hay otras cuestiones importantes del sector vitivinícola, como el interminable debate sobre el vino y la salud. Sobre este tema, un enfoque simplista no apoyado en datos precisos, en Europa pero también en muchos otros países del mundo, perfila una corriente de pensamiento que acusa al vino de ser tan perjudicial para la salud como otras bebidas alcohólicas. Por otra parte, es absolutamente necesario distinguir el vino de otras bebidas alcohólicas, a pesar de que es evidente que también hay presencia de alcohol en el vino, este es un producto de un solo ingrediente, todos los componentes necesarios para su fabricación están dentro del racimo de uvas, el alcohol se forma de forma natural durante la fermentación y alrededor del 85-86% del contenido del vino es agua.

“Es absolutamente necesario distinguir el vino de otras bebidas alcohólicas”

Como bebida alcohólica, es única por la forma en que se obtiene y por los fuertes vínculos con los territorios en los que nace, las variedades de uva típicas de estos territorios, la cultura y las tradiciones asociadas a ella. Sin embargo, hay que distinguir entre el abuso y el consumo responsable. Un concepto que no puede entenderse si no se ponen en marcha procesos educativos para quienes se acercan a la bebida. En los países históricamente productores, el consumo suele ser más correcto porque el vino y la vid forman parte de la tradición cultural. Pero en los países con poca tradición vitivinícola es necesario activar programas de formación que hagan comprender el altísimo valor cultural de este producto y promuevan un consumo responsable, especialmente durante las comidas.

¿Cuáles son sus expectativas sobre el próximo congreso?

Un verdadero avance científico y una confrontación constructiva y operativa entre expertos sobre temas de actualidad: cambio climático, desarrollo sostenible, estrategias agronómicas y vitícolas de bajo impacto, enología ligera, desarrollo de métodos de análisis cada vez más precisos y sensibles capaces de rastrear los productos a lo largo de la cadena de suministro. Un análisis en profundidad sobre los objetivos de transparencia de la información, tanto para los productores como para los consumidores, así como sobre los nuevos estímulos y estrategias de mercado que, sobre todo después de la crisis sanitaria debida a la COVID-19, cobran aún más importancia para promover mejor los intercambios comerciales a nivel internacional con una normativa precisa y con pleno respeto a la tradición, la historia y los intereses económicos de cada Estado miembro.

Nota originalmente redactada para Vinetur .

por Mariana Gil Juncal.
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