¿Qué diferencias hay entre cada una? Cuáles podemos hacer en casa y cuáles necesitan que hagamos las valijas y vayamos a una bodega. ¡Conocelas!
Lo primero que tenemos que saber es que hay tantos tipos de catas o degustaciones de vinos casi como personas que las organizan. Una cata habla mucho de una, ya que cada vez que elegimos alguna etiqueta para sumar (o dejar de lado) estamos diciendo algo. Estamos dejando nuestra marca personal.
Si hablamos técnicamente y hasta conceptualmente podría dividir al universo de las catas de vino en cuatro tipos totalmente distintas: la cata de raíz, la cata vertical, la cata horizontal y la cata a ciegas.
Para poder sumarnos a una cata de raíz tenemos que estar sí o sí en una bodega. Porque este tipo de degustación nos da la posibilidad de probar el vino desde el lugar de elaboración. Entonces, si estamos en una bodega y nos dan a degustar un vino directamente de la barrica, por qué no de un tanque de acero inoxidable o quizá desde las piletas o huevos de concreto en donde el vino reposa durante algunos meses, estamos viviendo en primera persona una cata de raíz. Como su nombre lo indica es la cata del origen, del momento de nacimiento del vino. Y como el vino es materia viva dependiendo el momento del año en el que una visite una bodega el vino estará en un estadío totalmente distinto. Ya que el vino va cambiando. Una cata de raíz nos da la posibilidad de mojar el pancito en la salsa antes de que nos sirvan el plato a la mesa.
En una cata vertical -¡no se asusten que nada tiene que ver con las destrezas físicas que hacíamos en clase de gimnasia en el colegio!- tenemos la posibilidad de conocer cómo evoluciona un mismo vino a través de los años. Ya que una cata vertical es justamente una degustación de una misma etiqueta pero de diferentes añadas.
Recordemos que la añada es la fecha de nacimiento del vino, entonces, en una cata vertical podemos tener una etiqueta puntual de una bodega X pero de distintos años. Por ejemplo, Malbec 2015, 2016, 2017 y 2018; todos de la misma bodega. Este tipo de degustaciones nos dan la posibilidad de probar cómo el vino evoluciona (o involuciona) con el paso del tiempo.
Una cata horizontal o comparativa diría que es toda degustación de vinos que podamos encontrar en cualquier parte del mundo. Ya que este tipo de cata nos invita de forma ilimitada a elegir al menos dos vinos (¡cuántos más vinos tengamos más rica será la experiencia que vivamos!) que tengan alguna conexión ya sea con características similares o diametralmente opuestas. Podríamos tener una cata de vinos de altura, de vinos blancos, de Cabernet Sauvignon o de vinos europeos. Quizá si queremos precisar más en la selección de los vinos podríamos elegir solamente rosados de la Provenza francesa o Sauvignon Blanc chilenos. ¡Así que podemos tener tantas catas horizontales como nuestra imaginación nos permita seleccionar y agrupar los vinos!
Por último, la cata a ciegas, para mi sin lugar a dudas la degustación más noble y objetiva que podamos llegar a disfrutar. Ya que en una degustación a ciegas los vinos se presentan sin ninguna identidad aparente, es decir, las botellas siempre tienen que estar enfundadas o cubiertas para justamente zambullirnos a ciegas en el color, el aroma y el sabor del vino. Así, de esta forma, no estaremos influenciadas por la marca, la añada, el precio, la variedad, la bodega o la procedencia del vino. Serán solo nuestros sentidos los que nos dirán qué vino nos gusta más. Copa en mano, se dejan todos los prejuicios y hasta nuestros gustos de lado para ponernos.
Ahora solo queda seleccionar algunas etiquetas y organizar alguna cata en casa para descorchar y aprender a conocernos y, sobre todo, a disfrutar, más este fantástico mundo del vino.
Nota originalmente redactada para Sos Mujer .
por Mariana Gil Juncal.
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