Sabores a la italiana

Cuando uno piensa en Italia sin lugar a dudas una de las primeras imágenes que se nos vienen a la cabeza tienen alguna relación con la gastronomía. Es por eso que los sabores clásicos italianos han sobrepasado todas las fronteras y hoy en día es posible encontrar en cualquier parte del mundo alguna trattoria o restaurante donde pedir un plato de pasta o una porción de pizza. Todo casero, todo servido en raciones abundantes como si fueran cocinadas por la propia nona.

Si imaginamos cómo podría empezar una comida con acento italiano sin lugar a dudas dirán presente los antipasti. Y si hablamos de tradición y clasicismo es la hora de que las bruschettas lleguen a la mesa. Claro que, cada región de Italia tiene su propia receta pero estemos donde estemos podremos recrear esos sabores tan simples y a la vez tan increíbles con tan solo tener a mano una rebanada crujiente de pan (idealmente casero) embebida con un buen aceite de oliva virgen extra, sumada al sabor del ajo frotado sobre el pan, una pizca de sal, un poco de tomate o por qué no unas lonjas de jamón de Parma.

Nota originalmente redactada para Italiani nel mondo.

por Mariana Gil Juncal.
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Si queremos convocar un invitado de lujo a este festín de sabores el Grana Padano viene muy bien para sumar sobre el pan (ya sea en la base o para coronar la preparación) unas escamas de queso. Si queremos un invitado con mucha más textura y sabor, llega el momento de invitar al Parmigiano Reggiano, que es sinónimo mundial de sabor italiano. Podemos disfrutarlo solo, junto a un trozo de pan y un hilo de oliva o claro que podemos sumarlo en alguna ensalada o junto a la pasta. Otro queso que es una bomba de sabor es el provolone y también nos da infinitas posibilidades de preparaciones. Una infalible es al horno junto a una rebanada de tomate y un poco de orégano. Es una forma de lucirse en la mesa sin tener demasiados dotes culinarios pero sí una buena selección de productos bien frescos que nos garantizarán tener una amalgama de sabores en la boca.

Claro, que no me olvido de los quesos frescos como el mozzarella, la ricotta o la burrata. El primero es el protagonista de las pizzas ya que podrán sumarse olivas, jamón, hongos, alcachofas, cebolla y todo lo que se les pueda ocurrir que podemos combinar en una porción de pizza pero la mozzarella siempre será su aliada de lujo. Con la ricotta podemos lucirnos en rellenos de pastas (ya sean lasagnas, sorrentinos, ravioles o cualquier pasta rellena que puedan imaginar); pero al mismo tiempo, la ricotta nos da la posibilidad de incluirla en preparaciones bien sencillas como ensaladas para aportar un sabor láctico y fresco. ¡Y recuerden siempre que una cucharada de ricotta con unas gotas de aceto balsámico serán un pasaporte a la gloria! ¡Qué decir de la burrata ya que donde la sumemos nos garantizará una cremosidad inigualable! Puede acompañar una pizza o la podemos disfrutar junto unas hojas de albahaca, unos tomates cherry o un poco de jamón. Acá volvemos a la teoría anterior, y ratificamos que cuando tenemos productos con un sello de sabor tan marcado ¡no necesitamos más que su presencia para tener el placer garantizado!

Ahora bien, si prefieren los sabores más que intensos el queso gorgonzola puede ser una gran opción para distinguirse en la cocina. Su versión dulce es muy cremoso y un tanto picante y es ideal para coronar una bruschetta o una ensalada así como para sumar a clásicos como como la pizza o la pasta, que tendrán una huella de sabor más intensa. La versión más picante es ideal para disfrutar solo o con pan y si se animan a probar sensaciones bien diferentes pueden agregar un poco de miel o acompañarlo junto a una copa de mistela o vin santo. ¡Y sepan que están a un mordisco de visitar el paraíso con las papilas gustativas!

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