BRINDÁ CON SIDRA, CIDER O CIDRE (DECILO COMO QUIERAS)

Claves para descubrir distintos estilos, sabores y procedencias de esta bebida que se impuso en las barras de la Argentina.

En el último año en la Argentina el consumo de sidra creció un 40 por ciento, por eso ya podemos decir que la sidra no es una simple moda pasajera sino que las sidras ¡llegaron para quedarse! Aunque en realidad no es que la sidra llegó ahora sino que el jugo de manzana (o pera ya que actualmente hay productos elaborados con ambas frutas) tiene presencia en el país desde hace  muchísimos años atrás; pero recientemente aparecieron nuevos productos artesanales, premium y super novedosos para ofrecer un abanico enorme de sidras distintas. 

Por eso en el universo de la sidra vamos a poder encontrar distintas variedades cada una con sus típicos toques regionales, básicamente del Valle de Uco en Mendoza o del Alto Valle de Río Negro en la Patagonia.  Hay sidras super ácidas o dulces, carbonatadas o no, opacas o claras, pueden venir en barriles, botellas o latas. 

Cómo catamos la sidra

Para catar una sidra podemos servirla en una copa o vaso. Donde nos guste más y, sobre todo, donde nos dispongamos mejor hacia el disfrute. Más allá que cuando catamos estamos de alguna forma sometiendo cada producto (en este caso la sidra) al juicio de nuestros sentidos para que mediante un acto sensorial e intelectual meditemos, reflexionemos y aprendamos de cada producto es indispensable que todo producto más allá de su aptitud técnica nos tiene que regalar placer y disfrute. 

Entonces una vez con la sidra servida, vamos a comenzar con el análisis visual donde se debe observar fundamentalmente el color, además de prestar atención a la presencia o ausencia de desprendimiento de gas carbónico (alma y vida de las burbujas); además, hay que tener en cuenta el aspecto general en el que debemos analizar el brillo y la limpidez. Y por último, la fluidez, es decir, cómo se mueve la sidra en la copa o en el vaso. Aunque muchos no puedan creerlo una bebida nos anticipa mucha información en su fase visual. Ya que una fluidez más densa nos anticipa una bebida con más cuerpo o dulzor. Y cuando el líquido se mueve en la copa o vaso como pez en el agua, seguramente tendremos un producto más fresco y fácil de beber. 

La segunda parada del análisis sensorial de la sidra, como podrán imaginar será en la estación de nuestra nariz. En la cata de todas las bebidas con presencia de burbujas se recomienda acercar la nariz a la copa sin la necesidad de sumergirla dentro ya que de esa forma el gas carbónico será lo primero que nos saludará las fosas nasales; muchas veces dejando una sensación de picazón que entorpece la apreciación de la intensidad, la calidad y el carácter de los aromas. 

Por último, la parada más importante, el sabor, ya que ¡la sidra nació para ser bebida! En la boca cuando ingrese en el primer beso el líquido nos inundará la cavidad bucal en donde apreciaremos interrelacionadamente las notas dulces, ácidas y amargas. 

Ahora bien, si vamos a tener en nuestras manos una sidra recién escanciada, la cata va a sonar con una canción un tanto distinta ya que hay que tener en cuenta algunos aspectos sensoriales típicos de la sidra recién tirada. Visualmente hay que apreciar el espalme, es decir, el comportamiento de la espuma superficial que se genera al escanciar, ya que para asegurarnos estar frente a un producto de alta calidad el espalme debe desaparecer rápida y completamente sin dejar cercos ni espuma. Otro factor fundamental de la sidra recién escanciada es el aguante, que consiste en la persistencia de la emulsión de burbujas sobre toda la masa corporal del líquido y que, a diferencia del espalme, debe desaparecer lentamente. Es decir, para calificar un aguante como correcto la corona de burbujas debe tener una presencia más o menos prolongada. Por último, hay que observar el pegue o adhesión de la espuma a las paredes del vaso. ¡Y un último detalle! Las sidras recién escanciadas en nariz pueden presentar una acidez volátil más elevada que nos puede regalar una sensación de cosquillas al olerla. Vale aclararlo porque justamente no es un defecto sino algo característico de este tipo de productos. En boca, si son 100 por ciento francas, esa acidez más pronunciada también estará presente acompañada por una pizca de amargor y ligera astringencia amalgamada por una suave sensación de dulzor.

MEJILLONES A LA SIDRA

Para disfrutar al de la sidra, también podemos sumarla a la cocina, ya que además de beberla podemos incluirla en interminables recetas para aportar aromas y sabores a cada plato.  Este plato protagonizado por mejillones, armoniza con sidra casi a la perfección con pescados y frutos de mar. Es una receta ideal como entrada, no solo por su rico sabor, sino porque el aroma que desprende abre el apetito solo con olerlo.

Ingredientes

  • 1 kilo de mejillones
  • 100 gr. de crema
  • 150 ml. de sidra natural
  • 2 dientes de ajo
  • Pimienta y un poco de perejil fresco

Preparación

Dejar reposar la sidra en un recipiente dentro de la heladera para que pierda el gas. Es importante abrir la botella el día anterior.

Limpiar bien los mejillones antes de colocarlos en una olla grande con los dientes de ajo laminados y la sidra. Cocer a fuego medio hasta que se abran bien los mejillones (unos 5 minutos). Colar y reservar el caldo y mantener calientes (en el horno al mínimo).

Verter más o menos la mitad del caldo que salió de los mejillones en una cazuela. Agregar también la crema y la pimienta. Remover  bien y cocer a fuego medio unos cinco minutos, hasta que espese un poco. El resto del caldo se puede desechar o, lo que recomiendo, guardar como caldo para un arroz.

Por último, servir los mejillones y repartir la salsa por encima. Finalmente agregar también un poco de perejil picado y ¡a disfrutar!

Tiempo de elaboración | 20 minutos

Nota originalmente redactada para Soy Mujer.

por Mariana Gil Juncal.
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