El vino en lata pisa fuerte en Argentina

Habían tenido un fugaz paso por las góndolas hace una década atrás, pero esta vez parece que volvieron para quedarse.

Para los más conservadores el vino en lata es casi una herejía ya que no da la posibilidad del ritual «clásico» del descorche. Para los más desestructurados y, sobre todo, para los consumidores más jóvenes es la mismísima gloria: ya que el vino en lata abre un sinfín de posibilidades de consumo (sin necesidad de sacacorchos o copas), que muchas veces las botellas de vino no pueden ofrecernos.

«El consumidor de este tipo de productos está muy presente en la dinámica de los jóvenes. Porque son fáciles de tomar, fáciles de enfriar y fáciles de llevar. Y además son sustentables, algo que este público objetivo, más joven, le da mucha importancia», explica Ignacio Pasman, líder de marketing de Bodegas López.

Según Ball Corporation, la compañía global con 138 años de trayectoria que la posiciona como la mayor fabricante de latas de aluminio del mundo, «la lata para bebida es el envase más sostenible de la cadena de bebidas». Porque es 100% e infinitamente reciclable. «La lata es el envase más reciclado del mundo, con índice global del 69% de reciclaje. En Argentina, ese número es muy bueno, asciende a un 79% del total de las latas consumidas en el país. Además, la lata para bebida es liviana y fácil de transportar, preserva el sabor de la bebida, del contacto con la luz y con el oxígeno».

Algo super importante de subrayar es que la calidad del vino que se enlata y se embotella es exactamente la misma. Lo que cambia es la experiencia de beber en la botella/copa comparada con la lata. Así como ocurre con el vino en botella, existen aquellos de alto estándar en lata y vinos más populares. Sin embargo, antes de desarrollar un nuevo vino en lata, es necesario que las bodegas realicen un riguroso análisis de las propiedades físico-químicas del líquido e interacciones con el envase. En este contexto, Ball Corporation tiene experiencia en el envasado de vino de calidad, a través de su laboratorio especializado en donde se realizan dichas investigaciones del vino, liderado por el PHD en Enología, Brent Trella, en la casa matriz de la empresa en Denver. Además, para Ball Corporation el envase es extremadamente importante en la preservación de la calidad del vino en lata, razón por la cual trabaja en conjunto con empresas envasadoras para asegurar que se realicen todas las pruebas y detectar la preservación perfecta de la propiedad del vino.

«Se aconseja que el producto se beba dentro del año ya que el aluminio lleva adentro un barniz totalmente inocuo (cómo en cualquier lata de gaseosa o cerveza) y el proveedor de las latas garantiza ese barniz durante un año», subraya Juan Pablo Díaz, enólogo de Bodegas Lópezy agrega: «Son productos frescos pensados para tomar dentro del año, lo que no quiere decir que si pasa más tiempo le pueda llegar a pasar algo al producto. Aunque el vino puede llegar a perder características de calidad porque son productos que nosotros hemos elaborado para que se consuman dentro del año».

Apenas las latas volvieron a las góndolas los vinos dulces dijeron presente, pero poquito a poco fueron llegando alternativas con blancos, rosados y hasta tintos. «En el mercado local, elegimos en un principio Santa Julia Chenin Dulce Natural por ser uno de los vinos más importantes de la bodega y líder en la categoría de vinos dulces. Estamos seguros que es la mejor manera de lanzar y liderar una nueva forma de consumir vinos. Gracias al éxito obtenido, hoy contamos con tres marcas más en este formato, Santa Julia Orgánica Malbec Rosé, certificado como orgánico, y Tintillo, un blend de Malbec y Bonarda elaborado a través de maceración carbónica, recomendado para beber frío. Con estas últimas dos marcas tuvimos una experiencia previa en el mercado Norteamericano. Todos son vinos jóvenes para beber refrescados, por eso la lata es ideal para eso» cuenta Nancy Johnson, embajadora de marca de Bodega Santa Julia.

Para Rafel Calderón, gerente general de Bodegas Bianchi,la elección del producto para las latas giró en torno al consumidor objetivo y las ocasiones de consumo. «Los jóvenes buscan vinos más livianos, con menos alcohol. Por eso, New Age, marca icónica de Bianchi, con sólo 8,9 % de graduación es un vino dulce fácil de tomar» enfatiza.

Dentro de las ventajas más importantes del vino en lata es que permite llegar a nuevas ocasiones de consumo. Ya que el vino en esta pequeña presentación tiene el tamaño perfecto para el consumo individual y se enfría más rápido que cualquier otro envase. Fue pensada para el consumo de vino en lugares donde la bebida no está presente hoy, como parques, piscinas, playas, recitales y fiestas. Además, la lata ofrece al vino una temperatura perfecta, es fácil de transportar, es segura y resistente.

Lo que para algunos es una desventaja, para otros es la gran ventaja. Ya que la sacralización del vino muchas veces aleja a los consumidores más jóvenes y descontracturados que celebran que el vino en lata no tenga un ritual como sí tiene el vino en botella. La portabilidad y conveniencia de la lata hace que los consumidores puedan beber sus vinos favoritos sin restricción y hacerlo parte de todas sus actividades, sin un ritual específico y democratizando así la bebida para todos los momentos que deseen. Además, fomenta el consumo individual de la bebida, ya que gracias a su formato, la medida equivale a dos copas, evitando así el abrir una botella grande y que sobre contenido.

«El consumidor argentino todavía está en la postura de probar de a poco. No se juega. No quiere que se lo juzgue por poner en una mesa un vino en lata. Pero eso en realidad es culpa de la industria que por muchos años dijo que el vino necesita ser abierto con sacacorchos, ser bebido a determinada temperatura y servido en copa. Y si no lo tomás de esa manera te quedás afuera. Me parece que hay que democratizar un poco el vino. Yo puedo recomendar algunas cosas pero ¡que la gente lo tome como quiera! Me parece que cuando el consumidor se saca un poco esos miedos de que tal vez lo señalen porque llega a un asado o a una comida importante con un vino en lata. En definitiva es el mismo producto pero en vez de estar en una botella está en una lata», resumen a la perfección Pasman de Bodegas López.

En esta línea derribadora de mitos y prejuicios, se suma Blasfemia, que actualmente tiene en el mercado interno tres opciones de vinos: Tinto Malbec Syrah, Blanco Chenín Torrontés y Rosado. «Hoy en día la gente está siendo juzgada por un montón de cosas, por el simple hecho de ser diferentes a la ‘norma´. Y nosotros también somos diferentes a la norma. Lo esperable es que el vino venga en botella y está perfecto que así sea para quien decide elegir esa opción, pero también puede haber otras formas de tomar vino, como también existen otras formas de amar, sentir, vivir. En algún punto creo que todos nos hemos sentido alguna vez una lata en un mundo de botellas por diferentes motivos. Por eso creo que la libertad para poder elegir y poder vivir sin prejuicios ni condicionamientos del ojo ajeno es la clave para seguir desarrollándonos como categoría y como sociedad», Irene Billordo, Blasfemia General Manager.

El vino en lata era una tendencia que se venía observando hace unos años ya en lugares como Europa y Estados Unidos. De hecho en 2002 Francis Ford Coppola (sí, el mismo que hizo la trilogía de El Padrino y varios éxitos mundiales más) lanzó en California su primer vino en lata, Sofía, en honor a su hija. «Tarde o temprano iba a llegar acá también. De hecho era algo que ya se venía pensando desde el año anterior pero aún no estaba el marco regulatorio establecido en Argentina. Una vez que el Instituto Nacional de Vitivinicultura habilitó la venta del vino en lata a fines de 2019, varias marcas salimos al mercado. Y al poco tiempo llegó la pandemia que cambió las formas de consumo en general» agrega Billordo de Blasfemia y subraya que «el aislamiento generó condiciones para el consumo individual». Aunque aclara que «incluso ahora que se está volviendo a cierta ‘normalidad´ vemos que la presentación de consumo individual sigue siendo clave, porque se puede compartir un momento sin necesidad de tener que compartir lo que se toma».

Larga vida al vino en lata. «Creemos que la lata llegó para quedarse. Durante varias décadas el vino fue el protagonista principal en la mesa, en una celebración, en la tradición del descorche e infinidad de situaciones solemnes. Hay un cambio en los hábitos del consumidor y la industria lo acompaña. Hoy, con la llegada de la lata, el vino también es protagonista en un sencillo picnic al aire libre, piscinas, playa y fiestas. Además no se rompe y el envase es más amigable con el medio ambiente» se suma a la celebración del vino en lata Johnson, de Bodega Santa Julia.

Justamente las ocasiones de consumo del vino en lata este año, con el contexto de confinamiento extremo que se vivió en la Argentina (y en el mundo), para Calderón de Bodegas Bianchi «esta combinación de factores no ayudaron al crecimiento de su consumo. Especialmente porque la lata es un tipo de envase pensado para reuniones con amigos, encuentros, festivales, etc». Esperemos que el 2021 llegue con más encuentros, comidas con amigos y familia, festivales, picnics y ocasiones para disfrutar la vida. Y el vino en lata.

Nota originalmente redactada para Vinetur.

por Mariana Gil Juncal.
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